Educación sexual integral en la escuela

Octubre 9 de 2024

Yaneth Martinez

La importancia de la educación sexual,
Jóvenes ven la pornografía como fuente de información sobre sexualidad.
La UNESCO hace un llamado a las escuelas para implementar
más y mejores clases de educación integral en sexualidad.


Numerosos estudios demuestran las ventajas de educar para la sexualidad, a partir de edades tempranas. Un compromiso compartido con las familias, la escuela y los entornos socioculturales.

La normatividad en Colombia sobre la educación integral en Sexualidad, parte de la constitución de 1991. Luego la Ley General de Educación de 1994 con disposiciones y con el apoyo del UNFPA – el Ministerio de Educación Nacional, consigna lineamientos al programa de educación para la sexualidad y construcción de ciudadanías. (PESCC-2008) Corresponde formar un ser humano integral, una educación sexual acorde con los desarrollos evolutivos desde la perspectiva de género y equidad. Las niñas, los niños y adolescentes como sujetos de derechos expresados en ciudadanías activas, participativas, con una educación integral, incluida la sexualidad, se convierten en creadores y transformadores positivos de cultura.

¿ES NECESARIA UNA EDUCACIÓN SEXUAL DESDE LA NIÑEZ?

El conocimiento y comprensión de los derechos sexuales y reproductivos por parte de
los niños, niñas y adolescentes en el contexto educativo permite que estos se
conviertan en individuos autónomos y responsables de sus decisiones, con un alto
sentido de autoestima, que los proteja frente a las diferentes problemáticas que
afectan a la sociedad actual[1]

Los niños, las niñas y jóvenes merecen una educación sexual adecuada, inclusiva y accesible. Su ausencia, la falta de información, formación y de libertad de expresión para abordar sus búsquedas, en los diferentes temas que competen a la sexualidad y la reproducción dificulta que se satisfaga la curiosidad por los saberes, se repitan los estigmas, se admitan los mitos sin cuestionamientos y se llenen de imaginarios y equívocos.

Si vemos el impacto de una educación sexual integral orientada desde la escuela en beneficio de la niñez y la juventud, el acceso oportuno a información precisa, a formación abierta y amplia acerca de la sexualidad, podemos prevenir e impedir comportamientos de riesgo, tales como; el abuso, la violencia sexual, relaciones sexuales no protegidas, embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual, la explotación sexual, trastornos mentales y suicidios.

Algunos estudios, datos, reportaje y estadísticas de abril de 2024 divulgadas por los diferentes entes de protección y control, señalan la urgencia de responder a problemáticas, tales como: la violencia sexual en los colegios.[2] De acuerdo con las conclusiones de la Procuraduría, hay registros de al menos 1.515 casos de acoso en colegios colombianos. Estas cifras están acompañadas de otro escenario aún más complicado para las niñas del país: los datos de violencia sexual y ciberacoso. En la base de datos de la Procuraduría hay más de 1.000 casos en que los niños han estado expuestos a vulneraciones de sus derechos sexuales.

En lo que va del año 2024, se han registrado 29 capturas por delitos sexuales en el Atlántico; 9 corresponden a acceso carnal violento, 7 a acto sexual con menor de 14 años, 3 a acto sexual violento, 9 a acceso carnal abusivo con menor de 14 años y 1 a acceso o acto sexual en persona en incapacidad para resistir. Estos registros son los denunciados.

De acuerdo con los datos reportados, durante el primer semestre de 2024 se registraron 80.772 casos de violencia intrafamiliar en Colombia, un promedio de 446 hechos diarios que correspondió a 1 incidente cada 3 minutos. “Con un aumento del 55%, este delito representó el mayor incremento de las once conductas analizadas por el Reloj de la Criminalidad en comparación al mismo periodo de 2023″, agregó la corporación.[3]

En Colombia, para 2022, habitan 8.031.745 niños, niñas y adolescentes entre los 10 a 19 años, de quienes el 49,1% son mujeres (DANE-Proyecciones de población, 2022).

En 2021, de los 612.228 nacimientos registrados en el país, el 18,2% fueron producto de embarazos de niñas y adolescentes entre los 10 y 19 años (DANE-EEV, 2022).

Estos embarazos pueden tener impactos considerables en la vida de las niñas y adolescentes, como riesgos médicos de complicaciones durante el embarazo y el parto; así como efectos sobre la salud mental de la madre debido a que la niñez y la adolescencia es un periodo marcado por profundos cambios biológicos y psicosociales (Siegel & Brandon, 2014). Igualmente, las niñas y adolescentes embarazadas deben interrumpir sus estudios, siendo una de las principales causas de deserción escolar. Al no asistir al colegio, estas niñas y adolescentes quedan rezagadas frente al resto de sus compañeras/os, lo cual puede afectar posteriormente su ingreso a la educación superior o su inserción al mercado laboral. Sumado a lo anterior se debe resaltar que, de acuerdo con la legislación colombiana, las relaciones sexuales en niñas menores de 14 años son considerados un delito.[4]

El Ministerio de Educación señala, la grave situación en términos de promoción e información y prevención en educación sexual y construcción de ciudadanía desde la niñez, las cifras muestran la exigencia para abordar esta problemática de manera inaplazable.


¿LA EDUCACIÓN SEXUAL ES UN DERECHO?

«La educación sexual debe ser entendida como un derecho de la niñez, la juventud y la
población en general. la sexualidad es educable y forma parte del potencial humano a
desarrollar en la niñez y en la juventud, una educación que no incluya la educación
sexual simplemente no puede llamarse educación integral”.[5]

El derecho a la educación sexual forma parte de los derechos sexuales y reproductivos, reconocidos en Colombia a través de diversos instrumentos normativos, incluyendo la Política Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, el proyecto de educación sexual y ciudadanía y la constitución política vigente.

La educación sexual es un proceso que se inicia con el nacimiento y dura toda la vida. Puede darse de manera reflexiva o involuntaria, a través de la cultura, las tradiciones, por medio de la socialización, las creencias, mitos, estigmas, los conocimientos, las actitudes, las prácticas y lenguajes comunes en la familia, grupo social, contextos o según versiones sociales en su conjunto.

En este sentido, educar o no para la sexualidad no es una elección, pues siempre estamos educando para la sexualidad, desde la escuela, la familia y el resto de las instituciones y espacios sociales, de manera consciente o inconsciente, explícita o implícita, adecuada y positiva, o inadecuada y negativa. Por ello, la decisión que nos corresponde es educar adecuadamente para una vivencia de la sexualidad sana, responsable, informada y constructiva.


¿LAS Y LOS JÓVENES NECESITAN RECIBIR EDUCACIÓN SEXUAL?

La educación sexual es el proceso vital mediante el cual se adquieren y transforman,
formal e informalmente, los conocimientos, las actitudes y los valores respecto de la
sexualidad en todas sus manifestaciones, que incluyen desde los aspectos biológicos,
afectivos, emocionales y aquellos relativos a la reproducción, hasta todos los asociados
al erotismo, la identidad, y las representaciones sociales de los mismos”.[6]

Excesivos canales de comunicación: redes, grupos, amistades, publicidades, entre otros, reciben las y los jóvenes con información imprecisa y confusa. Apresuradas prácticas sexuales y contradictorios saberes acerca del sexo determinan sus relaciones afectivas, eróticas y reproductivas a medida que hacen la transición de la niñez a la edad adulta.

A la vez, crece la demanda por parte de las y los jóvenes en busca de información confiable que los prepare para llevar una vida segura, productiva y satisfactoria e ir construyendo su proyecto de vida. Una educación integral en sexualidad responde a esta demanda. Permitir empoderar a los/las jóvenes para tomar sus decisiones fundamentadas en lo que respecta a las relaciones y la sexualidad, los hace más seguros, les ayuda a desenvolverse en un mundo conflictivo de inequidades, donde la pobreza, la violencia y las desigualdades basadas en el género, la falta de educación, entre otros, continúan planteando graves riesgos para su salud y bienestar.

En un proceso educativo integral de saberes y aprendizajes sobre los conocimientos, las emociones, el reconocimiento del cuerpo, sus funciones, así como las relaciones con el/la otra en contextos socioculturales propios, la sexualidad será parte importante de sus relaciones positivas, de reconocer sus capacidades, actitudes y valores que les permitan su bienestar y el de los demás, libre de violencias, reconociendo la dignidad del ser humano y comprender y garantizar la protección de derechos a lo largo de toda su vida.


¿HAY BENEFICIOS CON UNA EDUCACIÓN SEXUAL DESDE LA ESCUELA?

La niñez, adolescencia y juventud son procesos del curso de la vida donde se consolidan
aspectos físicos, mentales, emocionales y relacionales que permiten el desarrollo de
capacidades y aprendizajes necesarios para lograr la autonomía.
La capacidad de tomar decisiones libremente en sexualidad requiere la concurrencia de
una educación integral para la sexualidad, con información y formación adecuada,
oportuna y clara, que se integre con los servicios de salud sexual y salud reproductiva
amigables para adolescentes y jóvenes[7].

La educación sexual otorga a los niños, la niñas y jóvenes conocimientos, información, habilidades, actitudes y valores que les ayudarán a proteger su salud, desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas, tomar decisiones responsables y comprender y proteger los derechos humanos su dignidad y la de los demás.

La sexualidad, como parte fundamental del desarrollo humano, ha estado, invisible en los procesos educativos cuya resistencia en algunos contextos socioculturales tradicionales, se le asume como tabú afianzando estigmas e imaginarios y creencias excluyentes, que se oponen a una educación integral donde la sexualidad sea parte de la formación de nuestra población. Preocupa cómo su ausencia a temprana edad tiene implicaciones en comportamientos y consecuencias adversas para la sociedad, la salud mental, física y social (violencias) de la niñez y juventud, que debe ser expresada en el ejercicio de una ciudadanía que asume el cuerpo como el primer territorio autónomo de decisión y que promueve una convivencia inclusiva que respete las diferencias.

Intervenir desde el enfoque de derechos la educación sexual y reproductiva en la infancia y la adolescencia, es la garantía de una toma de decisiones más responsables, por ello es fundamental el papel de la institución educativa para la construcción del Ser, de la mano con los entornos familiares protectores, para integrar y prevenir situaciones de riesgo, promoviendo un sano desarrollo de la sexualidad. Una sociedad respetuosa de la niñez y dotada de herramientas para la convivencia pacífica.


  1. REVISTA UNIMAR. Educación sexual integral en la escuela Deyci Patricia Cabrera-Fajardo. Pag 138.
  2. iiila procuraduría detectó a sep. de 2024, más de 610 casos de violencia sexual en colegios del país, en medio de una inspección a más de 300 instituciones educativas.
  3. la quinta versión del Reloj de la Criminalidad de la Corporación Excelencia en la Justicia advierte que la violencia intrafamiliar y delitos sexuales, ambos delitos se dispararon en el primer semestre del año, 2024, el heraldo señala “Violencia intrafamiliar y delitos sexuales, con alarmantes registros en 2024, a septiembre 20.
  4. https://lee.javeriana.edu.co/-/lee-informe-65, 2022
  5. UNFPA-MEN proyecto educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía.
    Educación para la sexualidad: derecho de adolescentes y jóvenes, y condición para su desarrollo. 2008
  6. DIEGO PALACIOS JARAMILLO (*) https://www.mineducacion.gov.co/1621/article-173947.html
  7. https://minsalud.gov.co/salud/publica/ssr/Paginas/adolescentes-y-jovenes.aspx